Vicente Leñero, Julio Scherer y “el golpe” a Excélsior en dos instantáneas

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Juan Larrosa / Opinión

Vicente Leñero, Julio Scherer y “el golpe” a Excélsior en dos instantáneas

Por Juan S. Larrosa-Fuentes

35 días tardó Julio Scherer en dar alcance a su amigo Vicente Leñero. Estos hombres, quienes fueron dos de los más destacados periodistas mexicanos del siglo XX, expiraron de forma casi consecutiva. Vicente en diciembre, Julio en enero. Estos periodistas compartieron toda una vida profesional y según cuentan quienes los conocieron, también mantuvieron una gran amistad. Por ello, la cantidad de escenas y capítulos de vida que entre ellos construyeron se deben poder contar por decenas, o tal vez más. Sin embargo, entre todas las vivencias que vincularon a Scherer y Leñero hay una que destaca por el efecto que tuvo en la vida política y periodística de México. Este capítulo, que ocurrió en la ciudad de México el 8 de julio de 1976, es conocido como “el golpe al Excélsior”.

En las hemerotecas mexicanas y en Internet existe una fotografía que retrata una de las escenas más importantes del golpe al Excélsior. La fotografía, en blanco y negro, fue hecha por el periodista Juan Miranda. En la imagen aparecen catorce hombres, quienes visten trajes, corbatas y zapatos oscuros y que fueron capturados por el lente de la cámara mientras caminaban por una banqueta amplia, forrada por baldosas cuadriculares y separadas por líneas blancas. En el límite de la banqueta hay una herrería negra que separa a las baldosas de los árboles que adornan la calle. Los caminantes van a paso firme, algunos de ellos miran a la cámara, otros al horizonte, otro tiene los ojos clavados en el suelo. En la foto destacan tres hombres que están en primer plano. El periodista Gastón García Cantú aparece a la izquierda de la foto, abrazando por los hombros a Julio Scherer. A su vez, Julio Scherer abraza al caricaturista Abel Quezada. La avenida por donde caminan estos periodistas es Paseo de la Reforma.

Esta imagen, la de los periodistas caminando en la calle, después sería narrada con mucha precisión por Vicente Leñero en su novela-reportaje, Los Periodistas. En una instantánea literaria, Leñero escribió [y cito]: “Al llegar a las escaleras repletas de ensombrerados y escuchar los primeros ¡fuera! ¡fuera!, nuestra respuesta fue unánime: ¡Sche rer Excél sior! ¡Sche rer Excél sior! Bajamos gritando sin mirar a quienes nos miraban. No sentíamos el peso del cuerpo. Nuestras piernas de hilacho parecían caer sobre escalones de arenas movedizas y los muros, la gente, las puertas del edificio, la calle, el tránsito, la banqueta familiar, los establecimientos de todos los días se desenfocaron como si la cámara de Televisa apuntada contra el grupo compacto que abandonaba el periódico sustituyera nuestra mirada dando únicamente foco a las figuras próximas y negándose al big long shot de aquel insólito desfile por la acera oriente del Paseo de la Reforma entre el asombro de los transeúntes borrosos, dejando atrás las oficinas de Iberia, el estacionamiento al aire libre, el restorán La Calesa, deteniendo el tránsito de Donato Guerra y desmadejándose en la segunda cuadra para volverse de nuevo un grupo compacto en la esquina con avenida Morelos. ¡Sche rer Excél sior! ¡Sche rer Excél sior! entre el asombro de automovilistas y andantes vueltos hacia ese grupo de tipos, quién sabe qué ocurre. Justo al salir del edificio un reportero fuera de foco trató de entrevistar a Miguel Ángel Granados quien lo apartó con una exclamación tronante: ¡Es un golpe del fascismo! Reporteros de otros diarios que jamás se preocuparon por Excélsior eran rechazados por el director general. Julio Scherer caminaba en la punta con Abel Quezada a su derecha, Gastón García Cantú a la izquierda y detrás Armando Vargas, Arnulfo Uzeta, Jorge Villa caminando como disparados, dueños de una acera, sin rumbo ya; cien periodistas caminando detrás de Julio Scherer hasta la esquina con Morelos. Lloraban Jorge Ramírez de Aguilar, el grandote Ramón Márquez, el güero Manuel Arvizu, Marta Sánchez. Se conformaron grupos para abrazar al gerente y al director. Se acercaban amigos, curiosos, lectores de Excélsior. ¿Pero qué pasó? ¿Cómo estuvo?, preguntó Francisco Zendejas. Media hora estacionados en la vía pública sin saber qué hacer ni a dónde ir. No nos separemos. Vamos a mi oficina, dijo Abel Quezada, pero nadie se movió porque en la oficina de Quezada no había lugar para tantos” [fin de la cita]. (Vicente Leñero, Los Periodistas)

Estas dos instantáneas narran uno de los puntos nodales en la historia del periodismo contemporáneo en México, en donde Julio Scherer y Vicente Leñero fueron dos de sus principales protagonistas. Como es bien sabido, en 1968 Scherer asumió la dirección del periódico Excélsior y logró desarrollar un medio de comunicación sustentable, crítico y con una autonomía frente al poder hasta entonces no vista. Al ver la transformación del Excélsior y por ir en contra de las políticas autoritarias del gobierno, el presidente mexicano Luis Echeverría creó un conflicto en el sindicato de trabajadores del periódico y logró que Scherer dimitiera a su cargo. Más de cien periodistas y trabajadores se solidarizaron con el director y abandonaron al Excélsior, un diario que durante las siguientes décadas tuvo una línea editorial abyectamente oficialista.

La escena de los periodistas en la calle, caminando desconcertados por Paseo de la Reforma, cobró un significado muy distinto al paso del tiempo. El primer significado fue el de la derrota de los periodistas y la victoria de la política autoritaria, de los periodistas que fueron violentados en su casa y echados a la calle. El presidente Echeverría parecía haber ganado. Sin embargo el tiempo dio un nuevo significado a esta escena. Los periodistas que fueron expulsados a la calle entendieron que la calle era la libertad para hacer su trabajo y fuera del alcance de los tentáculos políticos y económicos de un gobierno autoritario. Echeverría, lejos de exterminar un proyecto periodístico, aceitó sus objetivos y pulió sus valores críticos. El ex presidente no supo que, al final, su estrategia daría un severo golpe al periodismo oficialista. El golpe al Excélsior significó el nacimiento de la revista Proceso y del periódico unomásuno, y después, indirectamente, de otros diarios como El Financiero y La Jornada.

Las muertes de Vicente Leñero y Julio Scherer operan como la conclusión o el término de una generación de periodistas que lograron transformar las relaciones de poder entre la prensa escrita y la estructura política. Hoy la prensa mexicana enfrenta nuevas y numerosas amenazas como el asesinato y desaparición de periodistas, la neoliberalización y mercantilización de las redacciones, o el financiamiento de los medios a través de recursos públicos. Sin duda, la imagen de los periodistas en la calle, debe recordarnos que ahí y así es como debe hacerse el periodismo: en libertad, de cara a la sociedad y sin ataduras económicas.

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