Lo público, espacio de libertad

Opinión / Rubén Alonso

Lo público, espacio de libertad

Columna Apuntes / Periódico Público Milenio Autor: Rubén Alonso / Miembro de Amedi Jalisco Asistimos en Guadalajara, en el círculo rojo de las relaciones prensa-poder, a una situación límite que implicará toma de decisiones, aunque también de revisión de dicha relación. Periodistas enfrentan el acoso de no uno, sino de varios individuos que bajo el amparo de personas y grupos en el poder público han trastocado límites, pasando por la denostación y llegando incluso a la amenaza personal. No es que hoy la libertad de expresión y el ejercicio del derecho a la información estén en riesgo o se encuentre vulnerada. Los derechos fundamentales, curiosamente, siempre están en riesgo, y por ende hay que estar permanentemente en alerta. De manera sucinta expongo algunas reflexiones, personales. Los filtradores profesionales (algunos son circunstanciales) se crean a sí mismos bajo en amparo de espacios y grupos de poder. Son una creación mutua de prensa y poder. El filtrador, siempre con información intencionada, no tendría “valía” y sus servicios no adquirían incluso la protección del poder, si en la prensa, entre los periodistas, no tuvieran cabida; no se le abrieran las puertas, no tendrían espacio. Es como una relación de productor y consumidor. No hay el uno sin el otro. El poder es compartido. Tanto el periodismo y el periodista, como quien está en instancias públicas, ejercen y viven del poder. No se vale, considero, partir en esto de premisas puristas y maniqueas. El bueno y los buenos están acá; los malos allá. La realidad no es tan simple ni mucho menos monocromática. Claro, es más fácil simplificar la realidad porque nos ubica en una posición cómoda incluso en compromisos y convicciones. Filtradores profesionales, mercenarios de la información al mejor postor siempre estarán al acecho del poder público y del periodismo. ¿Qué hacer frente a ellos? Lo que está en juego es la libertad, prerrogativa base para el derecho a la información. Estimo que para protegerla, alentarla, salvaguardarla, no hay como moverse en lo público, en la mirada de todos. La audiencia también tiene derecho a la información, no hay que olvidarlo, y por ende, lo que se le exponga como veraz y confiable, debe contar con fuentes públicas, y sólo por excepción bajo reserva. Partiendo de lo anterior, hay que echar luz pública. Identificar a los filtradores profesionales, a quienes han hecho un estilo de vida, atentando y poniendo en riesgo la libertad y el derecho a la información.

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