Sensacional de política

Lorenzo Córdova, consejero presidente del INE
Augusto Chacón / Opinión

Sensacional de política

Por Augusto Chacón

Publicado originalmente el 23 de mayo de 2015 en Milenio Jalisco.

A David, a Juan, a las y los embarrancados

Espionaje. Racismo. El Estado mexicano. Política de cloaca. Medios de comunicación. Criminales impunes. Todo en el impactante caso que presentamos esta semana en su folletín: El pinole y la saliva también salen por el recto.

Tremendas las revelaciones surgidas de la llamada del presidente del INE, Lorenzo Córdova, en la que hizo un resumen grotesco de su encuentro con un grupo de indígenas que, según versión del mismo Córdova, también saben jugar a la política como perredistas, panistas, priistas, emecistas, petistas, verdecologistas, o como sindicalistas, periodistas o dueños de medios de comunicación, si algo desatan las elecciones son los chantajes para que ganen los que le interesan a cada cual. ¿La composición del actual Consejo General del INE se logró sin extorsión entre los partidos? Pero que no lo intenten indígenas inocentemente frontales, porque entonces sí, las buenas conciencias de las malas conciencias se forran el cuerpo con las páginas de la Constitución, no por impulso ético, por mera conciencia de clase. Tremendas las conclusiones.

Con la grabación descubrimos que el académico, de manicura impecable, corbatas a la última moda y aplomo de hombre que estudió en Turín, es el Dr. Jekylle cuando atiende asuntos universitarios y se hace cargo de las elecciones en el país, nomás no le pongan un móvil al alcance porque se convierte en el vil Mr. Hide. Y no tiene nada de peculiar, a todos nos sucede, salvo que cuando uno despacha en la cima del Estado nunca faltan los malvivientes que nomás están viendo a quién amuelan y ándale, que graban la mala parodia desatada por el indígena que movió algo en las entrañas del académico devenido burócrata; y cómo no, el chichimeca actuó como priista o verdecologista o como diputado… (Ver el listado previo). Los espías, sí, delincuentes, hicieron evidente que Córdova no es simpático y no tiene inteligencia para el humor negro, ni siquiera en una conversación privada (“Llanero solitario”, “Yo gran jefe Toro Sentado”, ¡por favor!, qué corto).

El mundo del Presidente Consejero se rajó, el despeñadero ante él abrió sus fauces. Muchos lo llaman racista. Pero son más lo que dicen: qué tonto, bueno, no así, pero no lo lastimemos más. Se sintió expulsado de la alhóndiga y su reacción fue cubrirse la espalda como Pípila actual, con la losa (iba a escribir lápida) llamada INE; todo él virilmente dispuesto a inmolarse junto con la institución que encabeza, según uno de los chantajitos políticamente correctos y muy comunes: si me voy yo, ella se hunde conmigo. Raudo, el coro republicano que no sirve para nada saltó a escena: ¡no, qué será de la democracia, triunfarán los espías! Un día después el sonriente Pípila atendía asuntos gravísimos con la losa símbolo de la democracia cosmética ya no sobre su espalda, a sus pies.

Mientras, las trincheras arden en la parte baja de la nación. En una, quienes afirman el racismo de Córdova. En la otra, los que, siempre a favor del bien de la inmarcesible patria, se resisten a calificar los dichos del funcionario porque antes hay un delito que perseguir: el espionaje; se niegan a hablar de racismo con una grabación ilegal de por medio. Lo curioso es que sus diatribas van contra los que no aguantan un mal chiste y opinan que el Presidente del INE suelta un tufo segregacionista; piden, los oficialistas de la banalización, la hoguera para los intolerantes que no distinguen entre lo privado y lo público, para los amargados que no entienden que acechar es un crimen mayor que se erradica al anatemizar a los ofendidos por la estupidez de Córdova. ¿Por qué no exigen con igual vigor, con una campaña de todos los medios indignados, con los comentócratas al unísono, que la PGR al fin dé con quienes intervienen conversaciones privadas y las publican? Porque no molestarán a la procuradora con una presión tenaz, es una incorrección política dañina para el negocio y quizás peligrosa.

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