Por Esteban Garaiz
Publicado originalmente el 12 de abril de 2016 en Milenio Jalisco.
Islandia es la tierra del hielo. Así la nombraron los vikingos que la
descubrieron y colonizaron. También es la tierra del fuego, que brota de
sus entrañas por toda la isla, de 103 mil kilómetros cuadrados (Jalisco y
medio) hay más de 300 volcanes. Sus aguas hirvientes de sus géiseres
son la fuente (en sentido literal) de la energía y el calor que utilizan sus
valientes 329 mil habitantes.
Tiene un índice de mortalidad infantil de 3 por cada mil niños nacidos
vivos (la cuarta parte del vergonzoso de México). Sobra decir que
pescan el mejor bacalao del mundo (con perdón de los noruegos, sus
ancestros).
A raíz de la crisis neoliberal de 2008, el pueblo se ha rebelado y el nuevo
gobierno se ha hecho cargo de la banca, se ha negado a pagar cuentas
infladas y el Estado se ha hecho cargo de la economía.
Ahora, nuevamente el pueblo se ha echado a la calle, al enterarse de que
su Primer Ministro tenía cuenta escamoteada en un paraíso fiscal, a
través de una empresa fantasma sin actividad real, creada por el
despacho Mossack Fonseca de Panamá.
Al bravo pueblo islandés no le ha importado si la transferencia fue
realizada de manera legal o no. Tiene la certeza y el sentido común de
que fue una operación ilícita, de espaldas al pueblo soberano gobernado
que lo eligió. Abreviando: el Primer Ministro de Islandia ha tenido que
renunciar.
Sólo como una curiosidad: el citado personaje y su ahora esposa, tenían
participación en la empresa Wintrics, ubicada en las Islas Vírgenes
Británicas desde 2007, antes de la quiebra y rebelión del pueblo. Pero al
asumir su cargo público no declaró en su “tres de tres” que le había
vendido a la señora su 50 por ciento por un dólar: uno.
Como se sabe, el escándalo de los llamados Papeles de Panamá, y que
sin duda va a durar y ahondarse mucho más de lo que algunos
empresarios y políticos mexicanos quisieran (como Hinojosa y su
entorno) ha sido resultado de una filtración.
Los informes fueron revelados por 100 organizaciones de 376
verdaderos profesionales del periodismo de investigación de 78 países
(incluidos reconocidos, y hostigados, mexicanos) que conforman el
Consorcio de Periodismo de Investigación (ICIJ) que tiene sede en
Washington D.C.
Tuvieron acceso nada más a 11 millones y medio de documentos de la
firma de abogados Mossack Fonseca de Panamá; y decidieron
concertadamente filtrarlos al periódico alemán Suddeutsche Zeitung.
Quizá tenga importancia averiguar si hay alguien detrás, instigando a
este destacado grupo de profesionales, muy profesionales y
notoriamente cooperativos, que destaparon la estafa multimodal. Pero
para la atención pública de los pueblos donde se acumularon los
capitales escamoteados, legalmente escamoteados con uso tramposo de
los resquicios fiscales de los países de origen y de los gobiernos
paradisíacos (una buena parte de ellos de bandera británica, o ex), el
tema de fondo es otro: por qué huyen a escondidas esos caudales de su
economía de origen.
Un análisis muy somero nos indica que la intención de quienes,
individuos o consorcios, escamotearon esos caudales, sacándolos de la
jurisdicción de las economías donde fueron acumulados, pudo haber sido
una de dos: o el origen del dinero no era lícito, o aun siendo legalmente
acumulado se pretendía eludir impuestos del país donde se amasaron.
Porque posibilidades de inversión rentable sí hay.
México es por sí mismo un paraíso fiscal que sólo recauda un 12 por
ciento de su economía de mercado; quienes sacan de aquí capitales en
secreto no están pensando en invertir.
En cualquiera de los dos casos es un modo de lavado de dinero. La
prueba más clara de ello es que para instrumentar la sustracción hayan
recurrido a un despacho de abogados de Panamá (competencia de los
establecidos en Nevada o Wyoming), para crear en otros países de
legislación laxa empresas fantasmas sin personal ni actividad real ni
contable más que la trasferencia en cuestión; que una vez realizada la
operación, desaparecen habiendo transferido el monto a otra “empresa”
de la misma naturaleza, establecida en otra latitud; y así hasta no dejar
rastro.
Hay que volver a la filtración. Filtración es hacer llegar al conocimiento
público algo que es de interés público, pero que está legalmente oculto.
Es, en resumen: un recurso de transparencia cívica contra la opacidad
gubernamental; es un derecho ciudadano, de los periodistas y de los
ciudadanos informados. No es “un asunto entre particulares”. Es el caso
relevante de Julian Assange y de Wikipedia.
También los recursos que provienen del pueblo. Todos los caudales son
de interés público.
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